‘Pittori moderni della realità’, un manifiesto desafortunado de Pietro Annigoni
Admiro profundamente la pintura de Pietro Annigoni. Y cuando encontré su manifiesto lo traduje con la esperanza de encontrar algo valioso que aprender… Pero no. La verdad es que es una porquería.
El manifiesto es latoso y machacón, y estoy en desacuerdo con casi todo lo que dice. No obstante, me parece súper interesante que en 1947 estuviese el ambiente tan caldeado en Italia en contra del arte abstracto. Como si el arte abstracto fuera el anticristo.
Me parece igualmente relevante que, en todas las épocas, tantos artistas catastrofistas tengan la percepción de que viven en la cresta del Apocalipsis humanista. Una revisión histórica del fenómeno nos confirma que se han hecho —y se seguirán haciendo— cosas maravillosas, a la par que horribles.
Pensar que antes se hacían las cosas mejor que ahora es un sesgo cognitivo. Hablo concretamente del sesgo de supervivencia.
El sesgo de supervivencia
Este es un error lógico que consiste en solo tener en cuenta a los supervivientes de un proceso, y no considerar a aquellos que no sobrevivieron. En otras palabras: corazón que no ve, corazón que no siente.
Annigoni comete el error de pensar que el pasado era mejor, porque las mejores obras que conoce proceden del pasado. Pero no, en el pasado se pintaron obras horribles y sin alma, solo que no las hemos visto nunca porque pasaron sin pena ni gloria. Solo tenemos acceso a la crema del pasado, a los greatest hits.
Con este ejemplo lo vas a pillar enseguida. La mayoría de castillos medievales eran de madera, pero tenemos la percepción de que eran de piedra. Pensamos así porque son los únicos que han sobrevivido y, por tanto, los únicos que hemos visto.
Y ocurre lo mismo en el arte: lo bueno permanece y lo malo no trasciende. Pero eso no significa que en el pasado solo se hicieran cosas buenísimas. Se hacía mucha basura también, solo que no la hemos visto.
Polarización
Opino que los manifiestos son un síntoma de debilidad y de politización del victimismo. Son un esfuerzo por institucionalizar un sentimiento de lucha más allá del verdadero terreno de juego: el pictórico.
Annigoni fue uno de los pintores más brillantes del siglo XX y, en mi opinión, no necesitaba de ningún manifiesto para hacerse valer. Es innecesario e inútil condenar al arte abstracto para hacer valer tu pintura. Se puede tener una firme convicción sin necesidad de repudiar las convicciones de los demás. Porque no estar a favor de algo no implica estar en contra de todo lo demás. ¡No todo es fútbol!
Es decir, que estar muy a favor de X no implica necesariamente estar muy en contra de Y. No confundamos el tocino con la velocidad. Vamos, que es innecesario condenar a la pintura abastracta para poder ejercer tu figuración. Me parece muy troglodita pensar de este modo.
Sin embargo, os dejo esta curiosidad para que le echéis un vistazo. Es un tostón, pero es historia.

Manifesto de los ‘Pittori moderni della realità.’
Presentado en una exposición en la ‘Galleria dell’Illustrazione Italiana. Milán, Italia. Noviembre de 1947.
Nosotros, los ‘pintores modernos de la realidad’ nos hemos reunido en hermandad para mostrar nuestras obras al público.
En favor de la compresión con la que el público nos ha acompañado y apoyado nuestros esfuerzos durante los últimos años. Estamos convencidos de la necesidad y conveniencia de esta exposición, además de tener la certeza de estar en el buen camino.
Estamos unidos con nuestra fuerza, nuestra fe, nuestros ideales y nuestra absoluta estima mútua. A diferencia de la escuela de París, nacida en Francia pero representativa de una tendencia universal decadente, nuestro arte nacido en Italia representa un acontecimiento de esperanza y de salvación para el arte. Y esta exposición pretende ser una primera contribución efectiva a esta lucha que está a punto de inflamarse.
No nos interesa ni nos conmueve la llamada pintura «abstracta» o «pura», concebida por una sociedad decadente. Una sociedad refugiada en ella misma y vacía de cualquier contenido humanista, en la vana esperanza de hallar sustancia en sí misma.
Repudiamos la pintura contemporánea desde el postimpresionismo hasta la actualidad.
La consideramos la expresión de una época de falso progreso, y reflejo de la grave amenaza que se cierne sobre la humanidad. Por el contrario, nos reafirmamos en los valores espirituales y morales sin los cuales la pintura se convertiría en un ejercicio estéril.
Queremos que la pintura sea moral en su esencia más íntima, en su propio estilo. Una pintura que en uno de los momentos más débiles de la historia humana debe ser llenado con la misma fe en el hombre y su destino. La misma fe que engrandeció el arte de tiempos pasados.
Nos recreamos en el arte de la ilusión de la realidad, la semilla eterna y primordial de las artes figurativas.
No nos encomendamos a una mera evocación del pasado, simplemente continuamos la misión de pintura verdadera. Aquella pintura que es imagen de un sentimiento universal. Aquella pintura que puede comprenderse por muchos, y no únicamente por «los sofisticados.»
Mucho antes de nuestro encuentro, cada uno de nosotros tuvo una sentida y profunda necesidad de investigar la naturaleza. Y y ese fue el hilo conductor el que nos permitió hallar la verdadera naturaleza en este laberinto de escuelas que se han multiplicado en este último siglo.
Cada uno de nosotros ha abordado la realidad por sí mismo, la primera y eterna fuente de la pintura, seguros de encontrar en ella la expresión propia.
Frente a un nuevo academicismo o convencionalismo, formado por vestigios de fórmulas cubistas y una sensualidad impresionista estandarizada, nosotros mostramos una forma de pintar que, sin atender a modas ni teorías estéticas, se esfuerza por expresar nuestros sentimientos a través de un lenguaje propio, acorde con cada temperamento, desde la mirada directa de la realidad.
Firmado por:
Pietro Annigoni, Antonio Bueno, Xavier Bueno, Gregorio Sciltian.
…Os lo dije, es un pelín catastrofista el hombre. Me lo imagino con el temperamento de Fernando Fernán Gómez.
Lecturas recomendadas:
- Recientemente he leído un libro maravilloso que habla del sesgo de supervivencia, y de otros 51 errores más de lógica. Me ha encantado, y creo que también a ti te gustaría leer “El arte de pensar” de Rolf Dobelli. Es una caja de herramientas increíble.
- Y, por supuesto, te recomiendo que leas a mi queridísimo Nassim Taleb. “El cisne negro” es uno de los libros que me han abierto más los ojos sobre los errores de pensamiento. Quizá no hoy, tal vez tampoco mañana ni en un año… pero un día deberías sentarte a leer a Taleb si todavía no lo has hecho.