La belleza es como las lágrimas en la lluvia: sientes que están ahi, pero no las puedes ver. Son emociones extraordinarias que puedes sentir entre un océano de uniformidad. Están ahí, las sientes, pero no hay diferencia alguna entre tus lágrimas y la lluvia. La diferencia está en tu cabeza. La belleza está en tu cabeza.
Sthendal dijo que la belleza es la promesa de la felicidad. No estoy de acuerdo, porque ahora esa definición corresponde a la moda y la publicidad, que no venden belleza sino envidia.
En fin, si algo aprendí del impronunciable Władysław Tatarkiewicz es que, después de 2.500 años devanándonos los sesos, no hay un consenso sobre qué narices es lo bello. ¡Y aún menos, sobre qué es el arte! La historia de las ideas estéticas es la historia de las historias de cada pensador. El filósofo construye su propio mundo, como lo hacen los artistas, y eso embellece la cultura. Ellos sabían, más que nadie, que una inteligencia inquisitiva es el perfecto sustituto de la seducción.
Las ideas estéticas se diversifican al filtrarse por individuos diversos, inspirados por una misma intuición. Con el paso del tiempo observamos que el artificio de lo decorativo es caduco. Mientras, la belleza permanece atemporal, pues reside en nuestras mentes. El hecho de saber que las cosas bellas son un castillo en el aire en nuestra sesera no le resta gracia.
El chocolate no es placentero, nuestro cerebro sí. Sin embargo, saber que el sabor del chocolate es una ilusión no destruye el placer de comer chocolate. Nos trae sin cuidado cuál es el origen de la belleza y del sabor del chocolate mientras podamos disfrutarlos.
¿Qué es —para mi— la belleza?
No existe el arte, sino artistas. Y tampoco existe la belleza, sino imágenes bellas. Una imagen bella es un goce no sexual cuyo clímax es exponencialmente escalable gracias al intelecto.
La verdad es un modelo o no es. Cierto es que hay verdad en la belleza, pero hay más. El estudio de los modelos existentes detrás de lo bello nos conduce a una capa más profunda e intensa del goce estético. Si la belleza reside en nuestra mente, su cultivo necesariamente desarrollará el gusto.
Y bien, si la belleza es la respuesta ¿cuál era la pregunta?
La idea de belleza se ha degradado a medida que ideólogos, críticos y lloricas han profesionalizado sus migrañas. Yo sé cómo es, pero no sé qué es. En todo caso, mi versión sobre la belleza atiende a estas afirmaciones:
- Lo bello es a lo dulce lo que la pintura a la repostería.
- La belleza no es lo que tienes, sino lo que transmites.
- La belleza es paradoja.
- Lo bello es un placebo que cura la fatalidad humana.
Sobre la (in)utilidad del arte
La calidad del lujo se mide en términos de inutilidad. Todo lujo es inútil excepto en su función de proyección de status. Las inquietudes estéticas son un lujo totalmente innecesario que nos aleja de nuestra naturaleza animal. Lo que diferencia al ser humano es lo innecesario, y el arte es necesariamente inútil.
La obra de arte es un objeto mítico cuya única función es ser poseído. ¿Acaso existe algo más humano e innecesario?
Amado público
Muchos están convencidos de que el arte es una cualidad que reside en los objetos, creencia no muy alejada de la magia. La verdad es que las cualidades de las pinturas residen en el cerebro de los espectadores, razonamiento que nos acerca más al ilusionismo. Una pintura tiene como finalidad recrear el cerebro del espectador, como unas gafas de color arte para ver el mundo siempre como si fuera la primera vez.
Un ilusionista necesita al público para hacer magia, los trucos no valen nada por sí mismos. Las artes plásticas tienen mucho que aprender del ilusionismo en ese sentido. Los artistas a menudo sobrevaloran el conocimiento del espectador, e infravaloran su inteligencia. Hay que tener siempre bien presente que la obra de arte más bella del mundo, sin un admirador, no es nada.
Si estas notas te saben a poco, te dejo esta entrevista que me hizo la revista Yorokobu, titulado «La belleza salvará al mundo», donde profundizo más sobre la idea de belleza y los males que la acechan.